Hoy salì al exterior después de un largo periodo en que he permanecido en el oasis de mi departamento. Ni prisionera, ni asediada, sòlo disfrutando de la protecciòn de las paredes del lugar que por el momento me parece seguro, sé que en el futuro podrìa no ser asì. Me mantengo lejana de los hechos graves que se suceden en las calles de todo el mundo, los descripciones no creo sean un montaje de la prensa como deciamos los viejos periodistas, porque desde mi séptimo piso he atisbado la realidad con el binocular, aquì, entre otras cosas este elemento està prescrito, porque irrumpe en la privacidad de los que como yo buscamos refugio en lo alto de los edificios. Escudriñar en las tragedias privadas y en la terrible realidad es una infracciòn màs que nada a nosotros mismos. La realidad, esa cosa abominable en que se ha convertido nuestro mundo.
Luego de un prolongado analisis de todos los riesgos que corrìa y casi por extrema necesidad me aventuré a salir. No debìa dejar ver mi verdadera identidad, decidì entonces disfrazarme de persona que cada dìa està obligada a abandonar su refugio, o sea, semejar uno de esos pobres seres que no tienen otra alternativa que exponer su vida diariamente en un trabajo de categorìa “trabajo forzado”.
En general los vìveres y las otras cosas de utilidad logistìca me llegan a casa ordenadas por medio de la Red, dispongo del ascensor privado en el que bajo hasta el primer piso a retirarlas. En el ingreso principal tenemos una fiel guardia que acompañado de un temible perro no permite la entrada a nadie, salvo que se identifique en la mirilla al laser que lee la pupila del invasor.
Los invasores son tantos, diariamente, a toda hora del dìa, gentes por asì clasificarla buscan amparo. Algunos – la mayorìa - verdaderos envoltorios de trapos sucios de donde emergen en la parte màs alta del bulto dos huecos sanguinolentos de donde se distingue, en cada uno de ellos, con bastante esfuerzo, un punto negro dilatado de terror. Originalmente estos eran los ojos, aquella maravilla de la construcciòn humana que permitìa estasiarse con los colores, admirar la belleza de todo lo creado. Blanco intenso en el fondo, con la esfera ora celeste, ora parda, ora verde rodeando delicadamente el punto negro enpequeñecido de confianza y serenidad es una cuestiòn del pasado, otros tiempos.
Cuando se transita por las calles de hoy, estos seres que te describo circulan con una normalidad sobrecogedora, se detienen cada una cantidad de pasos y vomitan un lìquido viscoso de color grana. Me he informado que se debe a las heridas que causan en el organismo los alimentos infectados, trasmutados. Ciertamente no tienen otra posibilidad se ven en la necesidad de ingerir ese tipo de comestibles. Es lo ùnico que se encuentra en los supermercados abiertos a los niveles en extinciòn. Los productos tutelados se adquieren sòlo en la Red, y no es facil obtenerlos, luego de haber realizado todos los exàmenes y pruebas que te exigen para establecer tu calidad fisica e intelectual que demuestran que has alcanzado el nivel adecuado para tener derecho a la sobrevivencia, el complicado sistema de control no permite engaños en el procedimiento.
El circulo se està haciendo cada vez màs estrecho y los lìmites alcanzados creo que acortaran el fin de esta civilizaciòn.
El Apocalipsis era en efecto una narraciòn, de hechos horribles. Creiamos de ràpida sucesiòn. En este pasar de dìas, contamos años. Para mì casi veintiseis, los horrores y las crueldades hacia los seres catalogados legalmente inferiores aumentan como si existiera un centro destinado a inventar suplicios y torturas, personales o colectivas. Los seres subordinados no tienen ninguna defensa legal, ninguna ley los protege han sido paulatinamente abolidas todas! Esta semana se estudia en el gran Parlamento disminuir el derecho, que hasta ahora les habìa permitido obtener la inyecciòn letal, gratis, lo que constituye un costo inaceptable para el Consejo Econòmico del Planeta.
En cuanto a mì debido a que he pasado todos los test que me dan la oportunidad de acceder a la prolongaciòn de la vida, este año cumplirè ciento veinte años. Toda mi familia fue condenada al nivel de extinciòn, ninguno ha sobrevivido, pienso que es mejor asì, me horroriza el pensamiento de haber, un dìa, la certeza que la vida es un calvario y que aquellos que fueron obligados ha abandonar la tierra, hoy se encuentran en ese sueño de leyenda llamada paraiso. El aire es casi privo de oxigeno, las personas que deben respirar fuera de los ambientes acondicionados sufren alteraciones que no encuentran remedio en el sistema comùn sanitario. De todas maneras no tendrìan acceso a las atenciones correspondientes.
Han mostrado en la Red exiguas regiones del Planeta en las que aùn no se ha implantado el regimen estricto de divisiòn de la sociedad, como por ejemplo en aquella que vives tù, es difìcil y peligroso llegar hasta allì. Quisiera intentarlo, quisiera ver una vez màs la naturaleza en todo su esplendor. El mar. Poder admirar el cielo lìmpido de hace sòlo cien años atràs. La risa de los niños, aunque si leì recientemente en la Red que ya desde hace cinco años no se produce ningùn ser humano nuevo. Fracasaron todos los intentos de clonaciòn y reproducciòn “in vitro “. Otros experimentos ilegìtimos que tentaron los Governantes de la Administraciòn Planetaria han tenido iguales resultados negativos.
Luego de un prolongado analisis de todos los riesgos que corrìa y casi por extrema necesidad me aventuré a salir. No debìa dejar ver mi verdadera identidad, decidì entonces disfrazarme de persona que cada dìa està obligada a abandonar su refugio, o sea, semejar uno de esos pobres seres que no tienen otra alternativa que exponer su vida diariamente en un trabajo de categorìa “trabajo forzado”.
En general los vìveres y las otras cosas de utilidad logistìca me llegan a casa ordenadas por medio de la Red, dispongo del ascensor privado en el que bajo hasta el primer piso a retirarlas. En el ingreso principal tenemos una fiel guardia que acompañado de un temible perro no permite la entrada a nadie, salvo que se identifique en la mirilla al laser que lee la pupila del invasor.
Los invasores son tantos, diariamente, a toda hora del dìa, gentes por asì clasificarla buscan amparo. Algunos – la mayorìa - verdaderos envoltorios de trapos sucios de donde emergen en la parte màs alta del bulto dos huecos sanguinolentos de donde se distingue, en cada uno de ellos, con bastante esfuerzo, un punto negro dilatado de terror. Originalmente estos eran los ojos, aquella maravilla de la construcciòn humana que permitìa estasiarse con los colores, admirar la belleza de todo lo creado. Blanco intenso en el fondo, con la esfera ora celeste, ora parda, ora verde rodeando delicadamente el punto negro enpequeñecido de confianza y serenidad es una cuestiòn del pasado, otros tiempos.
Cuando se transita por las calles de hoy, estos seres que te describo circulan con una normalidad sobrecogedora, se detienen cada una cantidad de pasos y vomitan un lìquido viscoso de color grana. Me he informado que se debe a las heridas que causan en el organismo los alimentos infectados, trasmutados. Ciertamente no tienen otra posibilidad se ven en la necesidad de ingerir ese tipo de comestibles. Es lo ùnico que se encuentra en los supermercados abiertos a los niveles en extinciòn. Los productos tutelados se adquieren sòlo en la Red, y no es facil obtenerlos, luego de haber realizado todos los exàmenes y pruebas que te exigen para establecer tu calidad fisica e intelectual que demuestran que has alcanzado el nivel adecuado para tener derecho a la sobrevivencia, el complicado sistema de control no permite engaños en el procedimiento.
El circulo se està haciendo cada vez màs estrecho y los lìmites alcanzados creo que acortaran el fin de esta civilizaciòn.
El Apocalipsis era en efecto una narraciòn, de hechos horribles. Creiamos de ràpida sucesiòn. En este pasar de dìas, contamos años. Para mì casi veintiseis, los horrores y las crueldades hacia los seres catalogados legalmente inferiores aumentan como si existiera un centro destinado a inventar suplicios y torturas, personales o colectivas. Los seres subordinados no tienen ninguna defensa legal, ninguna ley los protege han sido paulatinamente abolidas todas! Esta semana se estudia en el gran Parlamento disminuir el derecho, que hasta ahora les habìa permitido obtener la inyecciòn letal, gratis, lo que constituye un costo inaceptable para el Consejo Econòmico del Planeta.
En cuanto a mì debido a que he pasado todos los test que me dan la oportunidad de acceder a la prolongaciòn de la vida, este año cumplirè ciento veinte años. Toda mi familia fue condenada al nivel de extinciòn, ninguno ha sobrevivido, pienso que es mejor asì, me horroriza el pensamiento de haber, un dìa, la certeza que la vida es un calvario y que aquellos que fueron obligados ha abandonar la tierra, hoy se encuentran en ese sueño de leyenda llamada paraiso. El aire es casi privo de oxigeno, las personas que deben respirar fuera de los ambientes acondicionados sufren alteraciones que no encuentran remedio en el sistema comùn sanitario. De todas maneras no tendrìan acceso a las atenciones correspondientes.
Han mostrado en la Red exiguas regiones del Planeta en las que aùn no se ha implantado el regimen estricto de divisiòn de la sociedad, como por ejemplo en aquella que vives tù, es difìcil y peligroso llegar hasta allì. Quisiera intentarlo, quisiera ver una vez màs la naturaleza en todo su esplendor. El mar. Poder admirar el cielo lìmpido de hace sòlo cien años atràs. La risa de los niños, aunque si leì recientemente en la Red que ya desde hace cinco años no se produce ningùn ser humano nuevo. Fracasaron todos los intentos de clonaciòn y reproducciòn “in vitro “. Otros experimentos ilegìtimos que tentaron los Governantes de la Administraciòn Planetaria han tenido iguales resultados negativos.
Espero en mi carcel dorada el fin, no estoy segura de haber la fuerza para meterme en viaje hacia la zona prohibida, allà no podrè sobrevivir con mis cientoveinte años, si llegara hasta allì serìa sòlo para ver por ùltima vez la maravilla de la naturaleza perdida de nuestro Planeta.